Una cita.

"En la visión simbólica, la naturaleza, incluso en sus aspectos más temibles, se convierte en el alfabeto con el que el creador nos habla del orden del mundo (...), la cosa no es lo que parece, es signo de otra cosa (...) el mundo es el discurso que DIOS hace al hombre".
(Cita que María Natacha Koss hace en su ensayo teatral "El teatro y las artes plásticas" edición del Instituto Nacional de las artes, concurso nacional de ensayos teatrales "Alfredo de la Guardia", a partir del texto de Eco, Umberto "Arte y belleza en la estética medieval" Lumen, Barcelona 1977.

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Nuestras Críticas

Crítica de María de los Angeles Sanz

miércoles, agosto 11, 2010

Dios desnudo (2009/2010) de Judit Gutiérrez

Vida y teatro: un espacio en común


Exclusivo para Luna Teatral María de los Ángeles Sanz

El arte en general, y el teatro en particular, siempre es una búsqueda incesante de transformar la cotidianidad1, ya sea a partir de la denuncia desde el discurso, hasta la provocación desde la fragmentación de la forma y del lenguaje, de la inclusión de procedimientos de otras miradas, de otras poéticas, desde la inserción de la mirada huidiza de un espectador que siempre es ese otro que mira y ve no con los ojos del creador, o tal vez si, pero que ve desde un abismo y una circunstancia otra, siempre distinta, siempre nueva. Dios desnudo es un excelente trabajo que explícita está necesidad del creador de atravesar el mundo “normal y disciplinado” y romper con las categorías de espacio / tiempo, y sobre todo con la pareja actor / espectador. Desde el concepto de Instalación, y la estructura del cine, la puesta nos cuenta no una historia sino varias que va desplegando como pieles superpuestas en los cuerpos de los actores y la mirada del público. La extensión del espacio escenográfico, la fragmentación del tiempo del relato obedecen sin duda a secuencias que provienen no de una poética teatral sino de una suma de procedimientos cinematográficos: plano-secuencias, primeros planos, son reproducidos en pantallas de televisión que estratégicamente están distribuidas en el espacio escénico, y expuestas en unas coordenadas de un tiempo que es no el tiempo cronológico sino el que rige en un set de filmación, donde las escenas están invertidas y la última nos lleva al principio de una historia que el ojo avezado del espectador debe completar. Tres relatos se superponen en la pieza, la historia de la filmación, el relato policial de sexo y muerte de dos hermanas con su patrón y anteriormente con su padre, que es el relato del filme, la narración de los actores y actrices de su propia relación con el director y entre pares en el momento de la realización del filme, la suma de todas ellos, deja deslizar uno mayor que es la pregunta de cuál es finalmente la responsabilidad civil, el compromiso que el artista tiene con aquello que expresa, desde donde la tiene, y que hacer luego con esa carga casi insoportable de llevar. El título Dios desnudo alude a ese poder de crear mundos otros, para desencadenar conductas nuevas, que el creador siente que tiene en el momento que construye un proyecto sea cual fuere. Como Dios de la nada, el personaje desde su propia desnudez, propone criaturas que en sus manos serán de barro o de gloria, y que luchan incansablemente por obedecerle y rebelarse. Las actrices y los actores llevan con sus muy buenas actuaciones al límite la propuesta de la dirección en manos de Judit Gutiérrez que ha logrado expulsar los demonios de sus personajes, y permitir a los espectadores llevar adelante una catarsis, que se expresa en la risa, el silencio, o la incomodidad. Invitados constantemente a participar de la energía que se expande en un espacio donde los límites se difuminan, sólo la timidez produce que los espectadores permanezcan en el lugar elegido al ingresar, y no deambulen buscando captar todos y cada uno de los elementos que se le ofrecen en casi todos los sentidos. La música en escena, a cargo de Esteban Blatt y la impronta de los sonidos y las imágenes -algunas de una violencia física y verbal invasora-, logran atravesar los cuerpos de unos y otros, y la interpelación de los actores a los participantes desde el inicio, produce la fuerte sensación de no poder permanecer indiferentes. La propuesta rompe entonces con un teatro que adormece, que tranquiliza, pero no provoca desde el escándalo transgresor sino desde la construcción de una metáfora que nos habla de la necesidad -en esta sociedad donde todo puede verse y oírse desde la más absoluta complicidad silenciosa-, de poner el cuerpo para lograr que la verdad del discurso no sea nada más que una forma delicada de evasión. Dios desnudo rescata la potencia creativa del teatro desde la participación activa de actores y espectadores, coro necesario entre el arte y la realidad y de cómo ya no hay verdad desnuda que nos incomode si esta mediatizada por alguna forma de representación, salvo aquella que nos deja a la intemperie y en el medio de la acción.
Crítica de Diego Scarpatti


Inteligente, audaz y desconcertante


Una vez más el teatro alternativo nos demuestra que no todo pasa por la Avenida Corrientes. Y que una obra no tiene por qué ser una puesta clásica, rígida y amoldada a las “normas”.

“Dios desnudo” es un gran experimento que desafía al espectador, lo sorprende, lo incomoda, lo convierte prácticamente en un actor de reparto, y lo obliga a no poner foco en un punto, sino dividir su atención en varios planos.

Judit Gutiérrez, su directora, introduce elementos propios del Cine: la confección de las escenas, la forma de narrar la historia desde adelante hacia atrás (como mostró “Memento” en la pantalla grande) y hasta la inclusión de monitores, que colocados estratégicamente en la escena ofrecen otra perspectiva de la acción.

La trama alterna (por lo menos) dos líneas argumentales: muestra a un director, errático y estrafalario, tratando de filmar con su equipo una película y los conflictos que se desatan entre actores y personal. Por otro lado, la historia de esa película, (una trama policial que incluye asesinatos y un pasado incestuoso). Pero el argumento pasa a ser algo anecdótico cuando en esta obra representa solo una parte del todo. Que complementa con esa distribución del espacio escenográfico, esa ruptura entre espacio y tiempo, y la responsabilidad que le pesa al espectador por estar justo ahí, en el medio de la escena.

“Dios desnudo” no es una obra para cualquiera, no para aquel que pretende estar seguro en su butaca solo como un observador; es desafiante. En espectáculo recomendable para quienes buscan algo distinto en teatro, aquellos que celebran cuando las estructuras y las normas establecidas se rompen. Se presenta los viernes a las 22.30 en el Teatro Entretelones, Enrique Martínez 1427, Colegiales.

DIEGO SCARPATI

Ficha técnica:
Actúan:
Beatriz Mayorga, Nataly Hundewadt, Adrián Mampel, Valeria Bon Catalán, Esteban Blatt
Música: Esteban Blatt
Diseño escenográfico: Brian Ireland
Diseño de luces: Eduardo Pérez Winter, Adrián Grimozzi
Asesoramiento en cámara y video: Leandro Pérez Winter
Asistente Técnico: Adrián Mampel
Asistente de dirección: Valeria Von Catalán
Texto y dirección general: Judit Gutiérrez

Este espectáculo cuenta con el auspicio de

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